La Hoja Suelta, así como otros periódicos de la época editados por Antonio Vanegas Arroyo e ilustrados por José Guadalupe Posada, eran medios informativos concebidos para el consumo popular en el que se narraban de manera sensacionalista los sucesos más sonados del momento. La primera entrega en la Hoja Suelta se tituló: "Los 41 maricones encontrados en un baile de la calle de la Paz el 20 de noviembre de 1901." Conformada de un anverso y un reverso, presenta sendos grabados de José Guadalupe Posada ilustrando la noticia redactada en forma de cuartetos debidos a la pluma de alguno o algunos poetas de la época. En el anverso, la ilustración el grabado más conocido de la serie dedicada al suceso muestra a un grupo de hombres, todos de bigotes relamidos, bailando alegremente en parejas.
En el reverso, Posada dibuja a algunos de estos hombres vestidos de mujer y con caras de enfado, barriendo las calles, vigilados por gendarmes y observados por una muchedumbre de sombrerudos con expresiones de regocijo. Al igual que el texto del anverso, el del reverso asume un tono socarrón y abunda en detalles sobre la vestimenta de las "simpáticas muchachas", alude al motivo de la reunión y describe las reacciones de los convidados a la fiesta en el momento en que irrumpe la policía en el domicilio privado:
En lo que respecta a las representaciones mediáticas sobre "Los 41" en la televisión mexicana, en 1994 Televisa difundió la telenovela histórica El vuelo del Águila. Basada en un original de Enrique Krauze y Fausto Zerón-Medina, y producida por Ernesto Alonso, tal serie presenta la vida y obra de Porfirio Díaz en seis periodos, distribuidos en doce videocasetes. En el volumen 8 la telenovela recrea diversos aspectos interesantes de la vida de Ignacio de la Torre y Mier ("Nacho"), como su relación conyugal con Amada Díaz, hija de Porfirio Díaz; su participación y detención en la fiesta de "Los 41" en la calle de la Paz; su exención de la lista de inculpados y una conversación con su suegro a raíz de su arresto.
En una de las escenas, Porfirio Díaz es informado por Manuel Romero Rubio del incidente y le pide a éste manejar el asunto con "discreción" para evitar que la prensa se entere. Romero Rubio explica que son cuarenta y dos detenidos, y le extiende a Díaz una lista con "nombres importantes, la mayoría conocidos", incluyendo a Nacho. Díaz observa la lista y tacha un renglón diciendo: "Son cuarenta y uno", Cuarenta y dos, Señor: dijo Manuel Romero, "Cuarenta y uno, don Manuel" asentó Diaz, "Comprendo”, Cuarenta y uno.
El hecho marca un mito estigmatizador y estereotipador a partir del cual, hasta la actualidad se asocia popularmente el número 41 con la homosexualidad "afeminada". Sobre esto, Monsiváis afirma: "La redada adquiere de inmediato perfiles legendarios [...] El número 41 se asocia automáticamente con la homosexualidad". Mientras que Bautista señala: "Desde entonces decir ‘41’ fue igual a decir afeminado, el contrahecho que renuncia a los atributos de su sexo, crimen inconcebible para una sociedad machista."
"En México el número 41 no tiene ninguna validez y es ofensivo para los mexicanos [...] La influencia de esa tradición es tal que hasta en lo oficial se pasa por alto el número 41. No hay en el ejército División, Regimiento o Batallón que lleve el número 41. Llegan hasta el 40 y de ahí se salta al 42. No hay en las nomenclaturas municipales casas que ostenten el número 41. Si acaso y no hay remedio, el 40 bis. No hay cuarto de hotel o de Sanatorio que tenga el número 41. Nadie cumple 41 años, de los 40 se salta hasta los 42. No hay automóvil que lleve placa 41, ni policía o agente que acepte ese guarismo’".
Hoy, a cien años de la represión contra "Los 41", y de su incursión en la imaginería homófoba popular, mucho se ha avanzado en el país en materia de tolerancia y respeto hacia los homosexuales, pero también hacia las lesbianas, bisexuales y transgéneros (travestis y transexuales), quienes ahora se han agrupado solidariamente bajo el estandarte de la diversidad sexual. A lo largo del último siglo las comunidades de la diversidad sexual se han hecho presentes y han ido ganando terreno en los diferentes ámbitos sociales. A través de diversas expresiones culturales y políticas han logrado reivindicar una visión propia de la vida y la cultura; luchando para ser y estar, y para que la diferencia cultural derivada de la diferencia de orientación sexual no signifique necesariamente desigualdad. La sociedad civil, por su parte, entre homófoba y solidaria, intolerante y respetuosa, prejuiciosa e informada, retrógrada y progresista, cada vez muestra más signos de apertura hacia las formas de vida y manifestaciones culturales de las personas sexualmente diversas, a su derecho a existir de manera diferente.
Por: Miguel Hernández Cabrera, http://www.jornada.unam.mx/2001/12/09/sem-hernandez.html
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