Charles Baudelaire
La sexualidad y sus dimensiones están en el centro de la vida humana y por consiguiente en el centro de nuestra cultura. Relatos de relaciones sexuales, poemas, cuentos, novelas, obras de teatro, películas, fotografías, dibujos y pinturas entre otros, nos relatan momentos de nuestra vida sexual o bien nosotros reconstruimos subconscientemente el resto de la historia con un toque erótico.
Definamos términos:
El Erotismo es la exaltación de todo lo referente al instinto y el amor sexual o sucintamente lo perteneciente al amor, palabra aparecida en nuestra lengua hacia 1580, proveniente del griego Erotikós. El erotismo es superficial, hedonista, ama la felicidad y la naturaleza, es el Arte de Sugerir, se basa en objetos ideales.
La pornografía es profunda, tétrica, no cree en la posibilidad de la dicha y rehúye lo natural. En la pornografía se considera el carácter obsceno de algunas obras literarias y artísticas o lo que describe la prostitución », localizada hacia 1880, y que procede de “Porne”, prostituta en griego y “grapho” , descrito. La inclusión de Obsceno entronca directamente con el carácter indecente. La pornografía es considerada por algunos como el Arte de mostrar y se basa en objetos reales.
¿Por qué es así?
¿Porque estas dos actuaciones de la mente corresponden a dos modos de concebir el universo de una manera tan drástica?. El erotismo es místico, en el fondo, y panteísta; cree en la realidad del todo, en la hermosura del mundo, en la fusión de los seres en el alma universal. El espíritu pornográfico es realista, ignora todo cuanto no fluya de dos principios que están ahí, arrojados frente a frente, para tocarse sin poder tenerse: el sujeto y el objeto. Dado que la actitud erótica sobrevalora la inmensidad y la conjunción final de todo, ve el amor como simple medio, eficaz, para realizar la gran confusión de los seres. Lo pornográfico se fundamenta en la hostilidad material de las cosas, en la existencia absoluta de las escisiones definidas y definitivas, que impiden toda acción amorosa verdadera.
velada, donde reside el Erotismo. En la otra orilla, la sexualidad de manera cruda y descarnada, la descripción manifiesta de los placeres carnales, casi enfermiza, susceptible de provocar desagrado y mal humor, algo dañino por ser tan patente y claro: la Pornografía..
La utilización de estos términos siempre ha basculado sobre los usos peyorativos, lo cual llega hasta nuestros días. Se ha reservado para Pornografía todo lo moralmente desagradable, y Erotismo para lo aceptable, a ser posible endulzado con la idea de ‘amor’, como forma menos casta de éste, más carnal, y hasta cierto punto, precisa.
Dejemos aparte interpretaciones discutibles como la reducción que ejerce la pornografía sobre los actos de violencia sexual. Aunque la prostitución redujese estos actos, no a pesar de ello, ésta es defendible. Aun no siendo éste el caso, sería lamentable dar a la pornografía el triste papel de ser válvula de escape, sucedáneo, antes que desarrollo estimulante de los comportamientos sexuales y expresión puramente humana. Vivir con la pornografía, con el erotismo escrito, visto u oído, es menos recriminable en todo caso que el ascetismo y la castidad.
La opción por una forma de satisfacción sexual -se trate de líneas telefónicas, el travestismo, la masturbación, la homosexualidad o la que es considerada ‘natural’ heterosexualidad no debe implicar por fuerza el rechazo al resto de opciones. Aquel que elige determinada conducta, si resulta ser ésta la corriente mayoritaria no recibirá queja alguna. Aquellos que juzgan la sexualidad ajena, la validez de los objetos excitantes, al acto íntimo que a nadie daña, olvidan el hecho irreversiblemente personal que la opción sexual supone. El respeto no residirá así en la ocultación de la pornografía, sino en su aceptación plena.
Por paradójico que parezca, aquello que nos relaciona con el cuerpo de otro - ya sea por los ficticios conductos de la pornografía, el erotismo o la obscenidad - es el desarrollo de nuestra unisexualidad, dentro de un deseable sistema plurisexual de relaciones.
Alfonso Salazar “El Sexto erizo”
Juan Eduardo Cirlot (1916-1973) “El mundo del objeto a la luz del surrealismo"
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